Enciende el ordenador tras instalarlo y ahí está: el menú de inicio
vuelve a Windows 10. La desaparición de este elemento en Windows 8
provocó que algunos de los que utilizaban Windows 7, Vista o incluso el
obsoleto XP no quisieran actualizar sus sistemas: es una de las
principales señas de identidad del sistema desde sus inicios.
Tras una semana trabajando con Windows 10 lo primero que llama la
atención del nuevo menú es que en él se ven los iconos con la estética
de Windows 8. Se puede modificar su tamaño y organizarlos en conjuntos,
aunque los puristas tienen la opción de eliminarlos y quedarse con una
versión del menú similar a la de Windows 7.
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El ordenador utilizado para esa toma de contacto es un Mac Mini
equipado con un procesador Core i5 de 2,6 GHz, gráficos Iris Graphics de
Intel, disco duro de 1 tera a 5.400 rpm y 8 gigas de memoria RAM. Una
configuración que, sin ser básica, tampoco es la de una máquina
excesivamente potente.
El asistente de voz Cortana cuenta chistes
Otra de las cosas importantes de Windows 10: el hardware no supone un problema para actualizar desde versiones anteriores. Los requisitos técnicos para funcionar son calcados a los de Windows 7 y Windows 8. En la prueba realizada ha funcionado con total fluidez. Incluso ejecutando programas potentes, como Photoshop.
De hecho, al realizar una operación compleja con Photoshop, la
creación de una imagen panorámica de cinco fotos de 12 megapíxeles, el
sistema solo emplea 35 segundos. Un tiempo prácticamente idéntico al que
ha costado realizar esa misma operación en Mac OS X Yosemite.
Otra de las características innovadoras de Windows 10 es el asistente
de voz Cortana: es la primera vez que se ve un software de ese tipo,
habitual ya en tabletas, en un ordenador. A Cortana no sólo se le puede
preguntar por el tiempo o pedirle que busque en Internet o una ruta en
un mapa: también es capaz de abrir aplicaciones, tomar notas o incluso
contar chistes. Su lista de funciones es bastante amplia.
La tercera característica clave de Windows 10 es el nuevo navegador Edge. A pesar de no estar aún maduro, resulta prometedor. Según las pruebas de Microsoft,
es ligeramente más veloz que Chrome. En la práctica, es difícil tener
quejas sobre la velocidad con la que carga las páginas, pero todavía
queda camino por recorrer para que Edge cuente, por ejemplo, con
aplicaciones propias —como las que tiene Chrome— o permita hacer cosas
tan sencillas como cambiar el motor de búsqueda, pues sólo usa el
buscador de Microsoft: Bing. Además, es inestable y no son raros los
cuelgues. Por eso Windows 10 sigue viniendo acompañado del vetusto pero
estable Internet Explorer.
Windows 10 va rápido: para crear una imagen panorámica de cinco fotos de 12 megapíxeles en Photoshop solo emplea 35 segundos
A pesar de la inmadurez de Edge se observan aspectos muy originales
en él, como la posibilidad de hacer anotaciones en cualquier página web
para poder almacenarlas o compartirlas con otras personas. Edge también
incluye un modo de lectura, algo que ya se ha visto en navegadores como
Safari o Mercury. Esta función adapta el diseño de la página a un
formato más legible y resulta ideal para consultar textos largos.
Conectar al llegar a casa el teléfono a un monitor y ejecutar la versión para ordenadores de Windows 10 es otro de los ases que guarda en la manga Microsoft con su nuevo sistema operativo . Aunque de momento será imposible usar la función Continuum para ejecutar el sistema de escritorio desde un teléfono.
Ni Microsoft ni ninguna otra empresa ha lanzado aún un móvil
compatible con esta característica, ni hay fecha para la aparición de
estos terminales. Además, cuando se comercialicen su precio puede ser
elevado: esa tecnología parece estar destinada a máquinas de cierta potencia.
Más allá de estas cuatro novedades hay otras características
secundarias que no hay que olvidar: la posibilidad de que los
desarrolladores puedan crear aplicaciones universales que funcionen
indistintamente en ordenadores, tabletas u ordenadores; el nuevo aspecto
y las nuevas funciones de los menús internos del sistema; la
integración con la XBox; la evolución del software para manejar gráficos
Direct X —Microsoft afirma que el rendimiento de los gráficos da un importante salto adelante—; las nuevas funciones
para el control de la seguridad y la privacidad; las mejoras en diseño y
multitarea, que posibilitan por ejemplo el uso de varios escritorios; y
detalles menores pero no exentos de importancia, como la posibilidad de
grabar en vídeo todo lo que sucede en la pantalla.
Entre los problemas que se han detectado en la prueba realizada con
Windows 10 está uno heredado de Windows 8: la escasez de aplicaciones
pensadas para ser usadas en pantallas táctiles. Valga como ejemplo que
sólo hace unas semanas que existe una versión de Dropbox adaptada a
tabletas. Antes de su llegada para usar ese servicio de almacenamiento
en la nube había que utilizar una versión de escritorio, un tipo de
programa que es difícilmente gobernable con la yema de los dedos.
Windows 10 hereda un problema de Windows 8: la escasez de aplicaciones pensadas para ser usadas en pantallas táctiles
Esto no cambia con Windows 10. Aunque el sistema dispone de un modo
para usarlo más cómodamente en una tableta, su solvencia al usarlo en
soporte táctiles recae en manos de los desarrolladores que animen a
crear 'apps' pensadas para ellas. A pesar de ello, en esta ocasión
Microsoft ha facilitado las cosas creando herramientas que facilitan la
adaptación de aplicaciones de iOS y Android a Windows Son unas cuantas
pegas, pero es bastante posible que Windows 10 goce de la aceptación que
no tuvo Windows 8. Eso no quiere decir que nos encontremos ante un
sistema perfecto. En él hay ideas innovadoras, aunque sigue
desconcertando que bajo un mismo techo convivan aspectos
contradictorios, como queda patente al abrir las nuevas opciones de
configuración y el viejo panel de control. ¿Por qué tiene que haber dos
caminos diferentes para llegar al mismo sitio?