Lo dice el alemán Martin
Hilbert, experto en Big Data; dice que el flujo de información personal
que los gobiernos tienen de los ciudadanos y éstos de los políticos
impide que el sistema representativo funcione en forma correcta
Cuando
Martin Hilbert calcula el volumen de información que hay en el mundo,
asombra. Cuando explica cuánto cambió la idea de privacidad, sacude. Y
cuando reflexiona sobre el impacto de todo esto en la democracia,
preocupa. "Esta cosa se ve muy mal", advierte Hilbert, un alemán de 39
años, doctor en comunicación, economía y ciencias sociales, que ha
investigado cuánta información hay en el mundo actual.
Según este
asesor tecnológico de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y
profesor de la Universidad de California, el flujo de datos que corre
entre ciudadanos y gobernantes nos puede llevar a una "dictadura de la
información", algo imaginado por George Orwell en su novela "1984".
Vivimos
en un mundo donde los políticos pueden usar la tecnología para cambiar
cerebros, los operadores de telefonía móvil predecir a dónde iremos y
los algoritmos en redes sociales descifrar nuestra personalidad mejor
que nuestra pareja o nosotros mismos, asegura.
Lo
que sigue es una síntesis del diálogo en fluido español, ya que Hilbert
vivió más de una década en Chile trabajando para la Comisión Económica
para América Latina (Cepal).
¿Qué opina sobre la decisión del Congreso de EE.UU. de derogar reglas de privacidad en Internet?
Los
proveedores de internet han buscado desde hace tiempo permiso para
recopilar datos privados de sus clientes, incluido su historial de
navegación en la web, y compartirlos con terceros, como anunciantes o
empresas de marketing.
Un proveedor de internet puede ver las
solicitudes que realizás en la web, por ejemplo si mirás Netflix o Hulu.
Esa información es valiosa, porque podrían orientar sus avisos hacia
hogares que utilizan sus servicios.
Mientras esto parece ser un
acto muy grave, liberado por el nuevo gobierno de EE.UU., hay que
reconocer que durante los últimos 30 años los reguladores de
telecomunicaciones en EE.UU. se han alejado de una de sus metas
originales: el beneficio de la sociedad. Y se han movido en el sentido
de favorecer a las empresas.
Los proveedores de internet decían
que las reglas no se habrían aplicado a grandes recolectores de datos
como Facebook o Google. ¿Cómo ve ese argumento?
Le encuentro
una razón. Pero hay una diferencia: para Facebook, su negocio son los
datos que tiene, es una empresa de datos. La pregunta es si a los
proveedores de internet hoy en día los interpretamos o no como
proveedores de datos.
Muchos proveedores de telecomunicaciones
incluso empiezan a vender datos. Por ejemplo, una operadora de telefonía
móvil sabe cada segundo dónde estás. Entonces, ¿pueden vender esa
información también? Hay que redefinir estos diferentes ámbitos. El
regulador tiene que estar bien parado y encontrar un balance en cada
país.
¿Esto muestra lo difícil que es hoy proteger la privacidad?
La
pregunta correcta es qué privacidad quiere la gente. Y la verdad es que
la gente no está tan preocupada. ¿Qué pasó después de todas las revelaciones de Edward Snowden?
Nada. Han dicho: "No está bueno que puedan ver mis fotos desnudo". Y al
próximo día continuaron. Nadie fue a la calle a protestar.
Tomemos
una persona adulta hoy en día que usa un teléfono celular, una
computadora. ¿Cuánta información puede haber sobre esa persona?
En
el pasado, la colección de información más grande que la gente imaginó
como referente era la Biblioteca del Congreso de EE.UU. Y hoy en día la
información que existe en el mundo ha llegado a tal nivel que hay el
equivalente a toda la colección de la Biblioteca del Congreso por cada
15 personas.
Hay un montón de información disponible y crece muy
rápido: se duplica cada dos años y medio. La última vez que hice esa
estimación fue en 2014. Ahora debe haber una Biblioteca del Congreso por
cada siete personas. Y en cinco años más, habrá una por cada individuo.
Si
ponés toda esta información en el formato de libros y hacés una pila de
libros, harías 4500 torres de libros que llegan hasta el Sol. Bueno, de
nuevo, eso era hace dos años y medio. Ahora son como ocho o nueve mil
pilas que llegan hasta el Sol.
Y la información que generás crece
básicamente al mismo ritmo: se estima que por cada individuo de EE.UU.
hay como 5000 puntos de datos disponibles para el análisis. Son cosas que dejás en Facebook, por ejemplo.
El número que dejás de verdad es difícil de estimar, porque es casi un
continuo: cada segundo tenés con vos tu celular y dejás una huella
digital. Entonces cada segundo estás registrado por múltiples empresas.
Foto: AFP
¿Puede dar ejemplos?
Tu operador móvil sabe dónde estás gracias a tu celular. Google también sabe, porque tenés Google Maps y Gmail en tu teléfono -lo podés ver incluso en su sitio.
Y cada transacción que hacés con tu tarjeta de crédito, es un datos.
Cada "Me gusta" que ponés en Facebook. Incluso cómo movés tu mouse en
una página de internet puede estar registrado.
Esa información
no está recolectada en un solo lugar o por una persona. ¿Cuán
predecibles somos usando la información que tiene sobre nosotros una
empresa o recolector masivo de datos como Facebook o Google?
Voy
a dar varios ejemplos. Tu teléfono te muestra cuántas llamadas hiciste.
El proveedor de telefonía tiene que coleccionar esto, porque tiene que
hacer la cuenta para cobrarte. Ellos ni siquiera se preocupan sobre con
quién hablaste o qué hablaste. Es nada más la frecuencia y duración de
tus llamadas, lo que se llama metadata. Con eso podés hacer una
ingeniería inversa y reconstruir un censo completo de un país con 80% o
85% de precisión: género, familias, ingreso, educación.
Con
100 "me gusta" podían predecir tu personalidad bastante bien e incluso
otras cosas: tu orientación sexual, tu origen étnico, tu opinión
religiosa y política, tu nivel de inteligencia, si usás sustancias
adictivas o si tus papás están separados. Y detectaron que con 150 "me
gusta" el algoritmo podía predecir tu personalidad mejor que tu pareja.
Con 250 "likes" de Facebook, el algoritmo conoce tu personalidad mejor
que vos.
¿Para qué se usa esa información?
Para una empresa de marketing o para un político que trata de buscar votos, es algo muy interesante. Con el Big Data
también incrementamos mucho el poder de predicción de las ciencias
sociales. Puede costar millones de dólares desarrollar un algoritmo de
inteligencia artificial. Pero una vez que está desarrollado, lo aplicás a
todo el mundo. Entonces se está empezando a usar rápidamente en otros
países.
En predicción de localización de telefonía móvil,
Telefónica, una empresa muy activa en América Latina, ha trabajado
mucho. Incluso ya empezó a vender este tipo de datos. Entonces, si
querés abrir una empresa en alguna capital de América Latina para vender
corbatas, les pagás y te dicen en qué momento y dónde caminan los
hombres. Y vos sabés exactamente en qué salida del subte instalar tu
nueva tienda de corbatas.
La pregunta es cuán peligroso es todo esto...
Una
tecnología es solamente una herramienta. Un martillo lo podés usar para
cosas buenas, como construir una casa que te protege, pero también lo
podés usar para matar a alguien. Ninguna tecnología es tecnológicamente
determinista, siempre es socialmente construida.
No me preocupo
tanto por el comercio o la economía. La que no está nada preparada es la
democracia representativa para esta transparencia brutal que hay desde
el ciudadano hacia el representante, y viceversa.
¿Por qué?
Porque
la democracia representativa, tal como la inventaron, es un proceso de
filtrar información. Hace 250 años era imposible preguntarle a toda la
gente y la gente tampoco estaba informada. Entonces inventaron un filtro
de información que le llamaron representación: tener representantes que
en su nombre deliberan y llegan a detectar lo que le sirve a la
sociedad. Y eso lo rompimos por completo.
Los representantes hoy
pueden ver todo lo que hacen los ciudadanos. Y los ciudadanos pueden
dictar la vida de los representantes, con tuits y otras cosas. La
democracia representativa no está preparada para esto.
Lo que
vemos ahora, con la reciente elección en EE.UU. y cómo el nuevo
presidente usa los medios sociales, es parte de ese lío en que estamos.
Hay
que sentarse y reinventar la democracia representativa. Si no,
fácilmente se convierte en una dictadura de la información. Y ojo que la
visión más vieja de la sociedad de información es de 1948, cuando
George Orwell escribió su libro "1984". La visión era de una dictadura
de la información.
Si hubieras dicho esto hace 10 años te hubieran
dicho que no, que internet es pura democracia y libertad. Pero hoy en
día creo que la gente empieza a entender, especialmente con este nuevo
gobierno, que hay que actuar rápido. La democracia no está nada
preparada para la era digital y está siendo destruida. Estamos en un
proceso que (el fallecido economista austro-estadounidense Joseph)
Schumpeter llamó de destrucción creativa. Y no tenemos ninguna
creatividad, porque no hay ninguna propuesta de cómo hacerla diferente.
No hay una salida. Y esta cosa se ve muy mal.
Foto: Archivo
¿Puede dar ejemplos prácticos sobre esa destrucción?
Obama
entiende muy bien esto del Big Data. Después de Edward Snowden la gente
se preguntó por qué no hizo nada. Y bueno, porque él también lo usó
mucho. El gasto más grande de su campaña de 2012 no fue para comerciales
televisivos: creó un grupo de 40 ingenieros que sacó de empresas como Google, Facebook, Craigslist,
incluso jugadores profesionales de póker. Les les dio mil millones de
dólares y desarrollaron una base de datos de 16 millones de votantes
indecisos. 16 millones de perfiles que llenaron con diferentes datos:
tuits, posts de Facebook, dónde viven, qué veían en la tele.
Cuando
conocían tus preferencias, si un amigo tuyo en Facebook hacía "me
gusta" en la campaña de Obama, ellos tenían acceso a la página de ese
amigo y empezaban a poner mensajes en esa página -que tu amigo no veía
pero vos sí- con cosas con las que estás de acuerdo.
El
mandato representativo, como los fundadores de la patria lo crearon,
era: nosotros confiamos en vos como persona y vos liderás y tomás
decisiones en nuestro nombre. Ahora los políticos miden su popularidad en Facebook
y cambian su discurso mientras lo están dando para ajustarse a lo que
hablan en Twitter. Esto no es como fue diseñado. Los grandes presidentes
no se rigieron por populismo; lideraron.
¿Se le ocurre alguna solución para este problema?
La
historia muestra que hay que cambiar las instituciones. No se puede
controlar quién tiene los datos y quién no. Se pueden crear
instituciones y decir que alguna información la vamos a abrir
públicamente. Por ejemplo, que los partidos políticos tienen que abrir
de quién reciben dinero. Ahora, ¿van a abrir los datos tuyos?
Entonces abrir tampoco es la solución. Pero hay que hablar mucho sobre esto. Y la gente no habla.
Mail: enviotp@gmail.com En AS.: JVG CA Taller TIC (su nombre y apellido)
En un mundo donde los cambios se suceden vertiginosamente, incluso los tecnológicos, es menester asimilar las nuevas tecnologías para su aplicación inmediata y a futuro.